Carlos Puchoc

"El mundo de los números" suele ser un reto para muchos estudiantes, especialmente desde los primeros años escolares. Mi misión es cambiar esa percepción y demostrar que las matemáticas pueden ser divertidas, útiles y parte de nuestra vida cotidiana.

A pesar de destacar en las materias de ciencias, siempre noté un patrón común entre muchos compañeros: entendían los problemas, pero les faltaban los mecanismos para resolverlos. Esto se debía al poco tiempo disponible, distracciones en el aula o incluso a la presión que genera la competencia académica. Fue entonces cuando comprendí una de las principales fallas del sistema educativo: su diseño no contempla la diversidad de procesos de aprendizaje ni el factor emocional del estudiante.

Esa experiencia me llevó a una convicción profunda: las matemáticas no son para entenderse de memoria, sino para disfrutarse con lógica. Desde entonces, me he propuesto enseñar desde una perspectiva humana y significativa. He trabajado principalmente con niños, quienes me han confiado sus frustraciones, mostrándome que no solo necesitan comprender los "ejercicios de clase", sino también una motivación que les permita reconocer que no son “malos” estudiantes, sino que simplemente necesitan su propio ritmo y una guía adecuada.

Como estudiante con vocación por la enseñanza y consciente de las limitaciones actuales en los métodos pedagógicos, quiero ser un educador distinto. Alguien que no solo enseña contenidos, sino que acompaña procesos. Mi objetivo es que cada alumno cree su propio criterio de estudio, entienda el conocimiento como algo alcanzable y descubra en las matemáticas una herramienta creativa, lógica y aplicable a su realidad.